(Agosto 2014)
Creación y
conceptualización sistémica del ‘Modelo Mariposa’: Yago Abeledo
Diseño, diagramación
y narrativa para la presente sistematización: Alex Carrascosa
PRECEDENTES DEL ‘MODELO
MARIPOSA - BUTTERFLY MODEL’
Gráfico 1.1: Precedentes del ‘MODELO MARIPOSA’.
En su
trabajo Building Peace: Sustainable
Reconciliation in Divided Societies[1] (1997),
John Paul Lederach propone un «marco integral para la construcción de la paz», sobre
dos ejes, uno horizontal temporal y otro vertical espacial, basado en el
artículo de Máire A. Dugan, «A Nested Theory of Conflict»[2].
- Primera ‘Ala’ (diagrama 1): El modelo presentado por Dugan consiste en 4 círculos anidados en orientación ascendente, de menor a mayor, correspondiente cada uno a los diferentes niveles de un conflicto, a saber: (1) una cuestión conflictual o problema específico; (2) patrones de interacción (sentimientos, actitudes, comportamientos) conflictuales entre dos o más partes; 3) expresiones discriminatorias (racismo, sexismo, clasismo, homofobia...) en los espacios sociales; 4) construcción sistémica (cultural e histórica) de las desigualdades que originan dichas expresiones.
- Segunda ‘Ala’ (diagrama 2a): Lederach añade a este plano estructural (o espacial) y vertical del conflicto una secuencia cronológica y horizontal sobre otros cuatro círculos anidados: partiendo del presente (la situación actual), al que suceden la preparación y el diseño de las acciones (futuro emergente), que propiciarán una situación deseada (futuro a largo plazo).
- Tercera ‘Ala’ (diagrama 2b): Más adelante, Lederach, en su obra La Imaginación Moral. El arte y el Alma de la Construcción de la Paz, a fin de dar un lugar a las narrativas de los individuos y colectivos en conflicto, amplía el eje temporal hacia el pasado (siempre siguiendo el modelo de Dugan sobre círculos anidados): un primer círculo de acontecimientos recientes, las expresiones más visibles de los conflictos políticos, militares, sociales o económicos en una comunidad dada; una esfera mayor que contiene la historia vivida de las diferentes generaciones contemporáneas; un tercer y más amplio círculo de la memoria colectiva, el «mapa topográfico» de intensidades de sucesos; y una última esfera, referente a la cosmovisión colectiva, que comprende al resto (Lederach, 2007: 206-208).
La
ampliación del eje temporal hacia el
pasado da origen al «Marco expandido para la
construcción de la paz» (alas 1+2+3). Siendo la narrativa «el
acto de vincular el pasado con el futuro para crear significado en el presente»
(Ibíd.: 212), Lederach completa una semiesfera
imaginaria que comprende orgánicamente la doble dimensión temporal (futuro y
pasado) con el ala estructural de Dugan y aplica este nuevo marco a procesos de
justicia restaurativa.
Para la sistematización
gráfica del ‘Modelo Mariposa’ hemos inscrito los círculos anidados de Dugan y Lederach en un único sistema concéntrico.
Si mantenemos cada ala con sus círculos anidados, dichos círculos, tarde o temprano,
tendrán que intersectarse. De ahí que integramos el conjunto en un solo círculo
mediante diferentes aros concéntricos que atraviesan por igual las tres alas
del modelo de Lederach inicialmente y las cuatro alas del ‘Modelo Mariposa’
después. Se trata de visibilizar la correlación orgánica y holística entre los
diferentes modelos donde el ‘todo’ sea más que la suma de las distintas partes.
Por otra parte, en el marco
expandido para la construcción de la paz (diagrama 2b) una misma secuencia
evolutiva conecta en espiral los diferentes niveles de las tres primeras alas. En
este diagrama se advierte la potencialidad latente en el ‘marco expandido’ de
Lederach para desplegarse aún más y completar un círculo complejo. Ésta es
precisamente la aportación de Yago Abeledo a través del ‘Modelo Mariposa’.
CONSTRUCCIÓN
Y ACTIVACIÓN DEL MODELO MARIPOSA
Yago
Abeledo desarrolla de forma orgánica e
integral el trabajo de John Paul Lederach mediante la propuesta de siete áreas
de expansión al propio «marco expandido». Al incorporar mediante una cuarta
‘ala’, la dimensión subconsciente, consecuentemente, se completa (y crea) el eje espacial que, en
correlación con el eje temporal, constituye un sistema holístico.
Dicho sistema favorece una
lectura a través del flujo de energía (1) hasta abordar la realidad ecológica y
cósmica (2). Parte para ello de la centralidad del aquí y el ahora (3);
discurre a través del cambio gradual de conciencia expresado como una
metamorfosis una vez procesamos y transcendemos las situaciones traumáticas
presentes en cada ala (4); explora el efecto espejo entre las cuatro alas y de
la persona (facilitadora y/o participante) para con el modelo (5); permite
asimismo visibilizar los campos mórficos y, a su vez, la energía que se
condensa en ellos (6); y, en el
tránsito de la conciencia dual hacia la conciencia transpersonal, nos invita a
traspasar, desde la plena humildad, las «puertas del no-saber» (7)[3].
Gráfico 1.2: Construcción y Activación del ‘MODELO MARIPOSA’.
El ‘Modelo
Mariposa’ incorpora al ‘marco
expandido’ de Lederach una Cuarta ‘Ala’
que refleja lo intrapersonal e intracolectivo. La cuarta ala desarrolla el ala estructural y extrapersonal (en el
lado superior del eje vertical), resaltando la dimensión espacial que ahora se
integra funcionalmente con el eje temporal. El plano intrapersonal acoge la dimensión
inconsciente del conflicto en cada persona, y colectivo.
- El gráfico 3a muestra dicha incorporación de la cuarta ala intrapersonal-intracolectiva, así como el desarrollo de la percepción a que invita el Modelo Mariposa: el proceso de transformación desde la visión terrenal ―fase de la ‘oruga’― que representa la conciencia dual, reflexivo-analítica, mental, espacio-temporal, hasta que ésta trasciende el plano (procesando energías congeladas y traumatizantes), se vuelve sobre él (capacidad auto-reflexiva) y lo acoge, envuelve ―fase de la ‘crisálida’―, llegando a abarcar el conjunto desde una visión periférica y global, cual es la conciencia no-dual y transpersonal.
- El gráfico 3b presenta la activación de la cuarta ala intrapersonal-intracolectiva mediante el paradigma del Process Work[4]. El Process Work analiza la experiencia individual (intrapersonal), interpersonal y colectiva en el momento presente (pulsiones, tendencias, patrones, sincronicidades, somatizaciones…) mediante la exploración de los diferentes niveles de la conciencia: 1) la Realidad Consensuada o nivel de conciencia compartida (una ‘silla’ ―chair, chaise, sedia, cadeira, aulki, cadira― es una ‘silla’); 2) el Dream Land o ‘País de los Sueños’, nivel simbólico de la conciencia donde interactúan roles, arquetipos y figuras oníricas y una ‘silla’ puede no ser sólo una ‘silla’[5]; 3) la Esencia Sensitiva y Consciente (Sentient Essence), nivel no-dualista y transpersonal de la conciencia, en que la ‘silla’ ya no es una ‘silla’.[6]
LA PUERTA DEL ‘NO-SABER’
La dimensión del ‘no saber’
(not-knowing)[7] se
refiere al mundo complejo del inconsciente. El Modelo Mariposa nos invita,
desde una actitud de humildad y escucha, a adentrarnos en esta esfera
misteriosa y sorpresiva.
Gráfico 1.3:
Sobre la posibilidad de sumergirnos y emerger desde el ‘no-saber’.
El gráfico 1.3 escenifica el
tránsito de la ‘oruga’ ―la visión terrenal espacio-temporal― a la ‘crisálida’
―el momento de auto-reflexión y transformación―, y de ahí, la ‘eclosión de la
mariposa’. En este proceso la realidad no consensuada (ensoñada y esencial) se sitúa en primer plano. Bucear en
lo no consensuado requiere una ‘mentalidad de principiante’ (beginner’s mind),
una actitud de humildad y apertura al no-saber, a la falta de respuestas ante
las situaciones novedosas que se nos presentan. El tránsito
de la crisálida debe hacerse explorando el ala interior, que se refleja en las
otras tres alas del modelo. En el momento que recorremos los diferentes niveles
del ala intrapersonal afloramos a una nueva dimensión que incorpora la
capacidad de visión periférica de la mariposa en vuelo.
La ‘eclosión de la mariposa’ o emergencia
desde la dimensión inconsciente (el cuenco
del submundo) hacia la dimensión tranpersonal (la bóveda del supramundo)[8] se
realiza a través de un ‘ojo de aguja’ (needle
eye), la síntesis de los cuatro tránsitos (uno por cada ala) en un solo
punto. Recorremos cada ala por la superficie hasta su vértice particular, de
ahí descendemos al inconsciente, conectamos con el vórtice común y, por el ojo
de aguja, desde la creación concentrada en un solo punto afloramos, como un big bang, al cosmos expandido pero
comprensible mediante una lente de conjunto ―«the overview effect»―.
CAMPOS MÓRFICOS
En el gráfico 1.1 y sucesivamente veíamos cómo las diferentes familias
de círculos anidados se concentran en
un solo sistema circular. Fuera de cada ala, la continuación de sus respectivos
niveles en el espacio genera sucesivos círculos concéntricos que recorren y
comprenden todo el sistema. Para el ‘Modelo Mariposa’ identificamos estos
círculos concéntricos con los «Campos Mórficos» (Morphic Fields) de Rupert Sheldrake. Según Sheldrake, «los campos mórficos
no son en sí mismos energía, sino que organizan la energía,
dándole forma y estructura». En este sentido, los círculos concéntricos funcionan
como condensadores de la energía, como transmutadores de las fuerzas invisibles
en fenómenos visibles.
Gráfico 1.4:
Latencia y activación de los campos mórficos y condensación de la materia.
El gráfico 1.4 describe la
incorporación de los campos mórficos en el ‘Modelo Mariposa’ de forma
secuencial a lo largo de tres diagramas.
El primer diagrama representa
las cuatro energías adictivas (asociada cada una a un ala) ―culpa-pasado, juicio-externo (ala
estructural), ansiedad-futuro y vergüenza-interno (ala intrapersonal)― presionando y aprisionando la mente, que al estar
absolutizada, nos impide avanzar. Sin embargo, la mente (el yo mental)
no es mala en sí; la mente es ante todo un instrumento que nos ayuda a movernos
en la dimensión espacio-temporal, en las dimensiones cartesianas de la realidad
consensuada.
Ahora bien, aunque el mapa
biaxial cartesiano nos permite comprender la relación causal y efectiva,
temporal y espacial, entre diferentes fenómenos asociados a un conflicto ―la relación agente-acción y
victimario-víctima, por ejemplo―, dicho
abordaje se muestra opaco a la hora de visibilizar las capas emocionales que condicionan
completamente el entramado relacional, ni siquiera estático, sino de por sí
dinámico y cambiante, entre las personas que participan en y de un conflicto
común.
En este caso, ya seamos arte o
parte, facilitadoras o participantes del conflicto, surge la siguiente
pregunta: ¿Cómo puedo rendirme a la dimensión inconsciente y disolver mi saber?
¿De qué forma me guío por el no-saber?
El segundo diagrama responde a
la pregunta mediante la representación de varios grifos o llaves de paso a la
conciencia simbólica. Estos grifos se corresponden con actividades que
priorizan lo emocional a lo racional; se enuncian cuatro entre muchas posibles:
las constelaciones sistémicas, el psicodrama, el movimiento y/o la danza y las artes
plásticas (podríamos haber incluido dinámicas como, por ejemplo, la escritura
catártica). Girando estas llaves de paso, siempre desde el ala inferior, hacemos
aflorar lo inconsciente. Liberamos las emociones, aireamos los sentimientos y
las pulsiones, condensamos el mundo de las metáforas, el caos de lo no-consensuado.
El propio diagrama se vale de una metáfora visual: anillos de tonos cálidos
como una bobina que se calentara una vez las llaves han dejado pasar la
corriente.
Y del mismo modo que el calor
(energía potencial) sobre el aire (energía latente) libera el vapor (energía
activa en forma de gas, tan poco densa que no es visible) y éste se condensa en
nubes (materia visible), en cualquier rincón de los campos, a medida que
vinculemos la dimensión inconsciente a cada ala (o según vayamos descendiendo
desde cada ala a lo inconsciente) puede ‘emerger lo concreto’.
Los campos mórficos, al activar
la energía aletargada y organizarla en flujos que propician a su vez formas,
relaciones y estructuras afectivas/efectivas, ponen en marcha del modelo y son
como el corazón de la ‘mariposa’, su latencia y latido permanente. En este
punto estamos preparados para abordar el último diagrama y de ahí, los
siguientes gráficos: la transformación del conflicto «desde el aquí y el ahora»
(en referencia a Eckhart Tolle).
Cerramos aquí la ‘fase estática
y matriz’ del Modelo Mariposa. Pero antes de abordar su ‘fase dinámica y motriz’
(los siguientes tres gráficos) cabe describir otra metáfora significativa en
relación a los campos mórficos. El hecho es que el conjunto de las
cuatro alas ojivales más las líneas concéntricas que delimitan los campos
mórficos adquiere la apariencia de un dreamcatcher,
un atrapasueños. Y dicho objeto vincula simbólicamente el propósito del Process
Work de acceder al mundo onírico y registrarlo con el propósito de la Imaginación Moral de Lederach de tejer
redes orbiculares, telas de araña relacionales (2007: 123-133).
Y es que para el pueblo Ojibwe, «atrapasueños» se dice asabikeshiinh, que es la forma inanimada de la palabra que designa
a la araña.
FLUJO DE LA ENERGIA
Los siguientes tres gráficos
representan la ‘fase motriz’ del Modelo Mariposa, esto es, las dinámicas
relacionales entre las cuatro alas, dando consistencia orgánica al modelo y
permitiendo, precisamente, que éste funcione como un único organismo.
Gráfico 1.5: Flujo de la energía (I)
Partiendo del ‘yo mental’ (ego),
las energías transformadoras trabajan (dialogan, nombran, abrazan,
de-construyen, transforman) en las 4 direcciones sobre las energías adictivas
y/o traumatizantes (culpa, juicio, ansiedad y vergüenza). Sobre la culpa, las
energías transformadoras sanan desde las afecciones más próximas hacia las
capas más remotas del pasado; sobre el juicio, desde las relaciones
interpersonales hacia los entornos políticos y decisorios de la estructura
social; sobre la ansiedad, desde el futuro inmediato hacia el horizonte difuso
e incierto del porvenir; y sobre el mundo interior, desde los miedos revelados
en los sueños hacia los niveles más profundos del inconsciente colectivo (el
mundo de los arquetipos). Esta primera fase se asemeja al tránsito de la oruga.
Una vez alcanzan el extremo de cada ala, las energías procesadas vuelven sobre
el centro, envolviéndolo: es la fase
de la crisálida, «desarrollo que es envolvimiento» (Cfr. Ken Wilber). Y a
partir de entonces el ‘yo’ enhebra el centro, se replica y expande, abrazándolo
todo, acogiéndolo en una conciencia ecológica: es la fase de la mariposa, el
«yo holístico», el «Yo Soy».
Gráfico 1.6: Flujo de la energía (II)
El modelo, que
hasta ahora era cruciforme (basándose en los marcos axiales de Dugan y
Lederach) se gira 45o y adquiere la apariencia de una mariposa. Deja
de ser estático y cobra dinamismo.
La metáfora
visual de la ‘mariposa’ ensalza la unidad y funcionalidad orgánicas del modelo.
Esta mariposa es una reproducción a escala comunitaria, interpersonal,
microcósmica del superorganismo Gaia, la Tierra considerada ‘ser vivo’ por
cuanto es un sistema autoorganizado y autorregulado (Lovelock, 1988: 15-41).[9] Al
expandirse el modelo, el «desarrollo en envolvimiento» (Cfr. Ken Wilber), todo
queda abrazado por una consciencia que es ecológica ―Eco-
significa «hábitat, casa,
ámbito vital» (el lugar en
que vivimos)―. El Modelo
Mariposa trasciende la conciencia androcéntrica o andrológica hacia la
dimensión de la ecología, de la casa común.
Por último, yendo
de lo general a lo concreto, la energía transformadora que atraviesa los
diferentes niveles de cada ala, afrontando y procesando las energías
traumatizantes y adictivas, es poder en sí misma ―yang―. Este
poder, cuando hace el viaje interior hacia el «ojo de aguja», se convierte en
potencia ―yin―, pues se mueve en un mundo
inexplorado, no físico, el mundo de lo transpersonal. El poder es diferente de
la potencia. En el Tao el poder sería la vasija,
y la potencia, el vacío que comprende la
vasija. El cuenco sin vacío no puede ser cuenco. El poder es lo visible, lo
fáctico, mientras que lo potencial es aquello que puede ser de un momento a
otro, la capacidad que algo tiene de ser ejecutado, pero no la ejecución en sí
misma. El recipiente contiene el vacío y en él la potencia de ser llenado de
materia invisible (aire) o visible (agua).
MODELO ORGANICO
Grafico 1.7: Flujo de la energía (III), Modelo orgánico.
Este gráfico funciona como un
«escáner de movimiento» de los dos gráficos anteriores.
Es obvio que el Modelo Mariposa
requiere de un tiempo y lugar de trabajo para la participación y su
facilitación, tiempo y lugar convocados por una comunidad o un colectivo para
el tratamiento de un determinado conflicto, un paréntesis ―«(…)»― en la
realidad, delimitado hacia dentro como un laboratorio, un taller, un labshop de análisis y creación para la
acción, creacción que habrá de
ofrecerse después ―«paréntesis
abierto …)…(…»― al barrio, al pueblo, al municipio, a la
parroquia, a la comarca o a la ciudad.
Una vez nos hemos situado en
ese espacio-tiempo, emprendemos el abordaje integral, multidimensional y
poliédrico un determinado conflicto, nos valemos para ello del ‘Metamodelo[10]
Mariposa’ y proponemos (según esta sistematización) que dicho metamodelo sea
activado a través del paradigma del Process
Work.
Como estamos viendo a lo largo
de estos gráficos, el trabajo de procesos permite que el ala interior/inferior
sea embebida por las otras tres alas (tiempo pasado, estructuras sociales ―económicas, políticas y culturales― y tiempo futuro). De este modo, en todos los
planos y para todos ellos transitamos de la realidad consensuada a la realidad
ensoñada y al mundo esencial. Entramos entonces en el ámbito del juego, tiempo
y lugar intermedio entre el mundo real y el imaginario. Sintonizamos con el
sueño: tratamos de comprender los mensajes del inconsciente, de explicar las
metáforas con que el inconsciente registra la afección constante de la realidad
cotidiana.
En el espacio ritual de juego,
gestionado mediante el trabajo de procesos que se vale, a su vez, de actividades
que priorizan lo emocional a lo racional, como las constelaciones sistémicas, el
psicodrama, el movimiento, la danza, el Teatro del Oprimido (Boal) o las artes
plásticas (véase gráfico 1.4), el mundo onírico (Dreamland) y la realidad consensuada (Consensus Reality) se alternan y se
transfunden en un circuito continuo potencialmente extensible al menos a tres
niveles de magnitud:
- En un primer nivel Dreamland y Consensus Reality configuran un único ciclo, un doble ocho. Las alas están interrelacionadas, ya no se transita por cada una consecutivamente (una detrás de otra), sino por todas a la vez, sincrónicamente. Los cuatro procesos se desarrollan con plena correspondencia temporal.
- En un segundo nivel entramos en un tiempo y espacio plenamente sensitivos: la corriente ininterrumpida entre la realidad ensoñada y la consensuada, el ciclo del inconsciente que se revela y concientiza alternamente, extiende lazos en los espacios intermedios, virtuales, morfogenéticos (gráfico 1.4) entre las cuatro alas originarias: un primer lazo transpersonal entre el tiempo pasado y el espacio estructural y extrapersonal ―las políticas inclusivas que promueven la dignidad―; un segundo lazo entre el espacio estructural y el tiempo futuro ―las relaciones interpersonales orientadas a nueva estrategia (el paradigma de la cultura de paz)―; un tercer lazo entre el tiempo futuro y el inconsciente ―la sanación de energías congeladas―; y un cuarto lazo entre el espacio intrapersonal y el tiempo pasado ―la curación de las heridas de la historia―.
- Y en un tercer nivel los cuatro lazos se abren a un holos circular común. Accedemos a la «identidad por conocimiento del todo», a la disolución absoluta del marco espacio-temporal: «Tú no estás en el universo, tú eres el universo, una parte intrínseca de él; tú eres el universo expresándose por un rato como un ser humano» (Eckhart Tolle).
El grafico 1.7 es la
representación de la transpersonalidad, la identidad por comprensión[11]
del todo en una misma y de una misma en el todo. La persona, al sumergirse en
una dinámica emocional, trasfunde la conciencia consensuada con el
inconsciente, dejándolo fluir abiertamente. Dicha transfusión pone en marcha un
circuito y el circuito se extiende a sucesivos niveles. Surge la metáfora de un
sistema cardiovascular: la sangre fluye y circula, limpiando y regenerando
constantemente, célula por célula, el organismo.
SISTEMA DE ESPEJOS
Gráfico 1.8:
Sistema de Espejos.
Los dos últimos gráficos (el presente y el siguiente)
representan el Modelo Mariposa en 3 dimensiones.
En el gráfico 1.8 se reproducen
el eje vertical (espacial) y horizontal (temporal) con sus respectivos pares de
alas: pasado y futuro, para el eje temporal y estructura social e interior,
para el eje espacial. En coherencia con las tres dimensiones (altura, longitud
y anchura), cada ala se desdobla horizontal y verticalmente, sumando un total
de 8 (4 alas dobles)[12].
Para este gráfico, las alas
incorporan dos nuevas características, la reflectividad
y la transparencia. La reflectividad evoca
las energías traumatizantes, la involución, vuelta atrás o retroceso e, incluso
la revolución, que literalmente significa (en coherencia con la disposición
cardinal de las alas y reflejándose una en otra) un giro sobre el mismo eje,
una órbita completa o una vuelta al mismo punto[13];
mientras que la transparencia y la traslucidez sugieren una evolución (y re-evolución) trascendente.
Ilustramos estas nociones
mediante una metáfora basada en los roles fantasma, categorías inconcientizadas y latentes en muchas
personas y en casi todos los grupos, por ejemplo, las figuras del «dictador»
(personaje que trata de imponer un orden) o del «revolucionario»[14]
(personaje que trata de subvertir el orden impuesto).
Imaginemos la figura del
«dictador». Situado en el ala estructural, el dictador es el gobierno (a1) que
se justifica cosmogónicamente (deidad y héroe), culturalmente (patriarca),
históricamente (prócer, libertador, caudillo) y mediáticamente ―cine militar y de acción, fútbol
(espectáculo + nacionalismos de Estado), publicidad sexista y un largo etcétera― en el ala del pasado (a2), infundiendo
en el ala interpersonal actitudes de dependencia e infantilidad (a3), no
permitiéndonos a la ciudadanía evolucionar si no es bajo el supuesto de un
líder o autoridad superior, de forma que delegamos y enajenamos nuestras
responsabilidades y acciones, por temor o por presunta incapacidad (a4), en
estructuras que convierten el hecho en derecho, que se autolegitiman y cooptan,
que gobiernan para sí, incurriendo en derivas autoritarias (a1) que reproducen
el ciclo. Se suceden así, de ala a ala y repetidamente, cuatro conceptos: 1) proyección (de la estructura en el
pasado); 2) legitimación del pasado
en el inconsciente; 3) incorporación
del inconsciente a los actos futuros; y 4) perpetuación,
a través de los actos futuros, de la estructura.
No obstante, esta lectura
podría hacerse de modo inverso, reproduciendo desde el inconsciente diferentes arquetipos
o figuras y esquemas congénitos de valor simbólico que legitiman la historia y
que se proyectan sobre la estructura, la cual completa el ciclo instituyéndonos
a través de sus mecanismos sociales (económicos, políticos y culturales)[15].
La transparencia o traslucidez
aludirían en este caso a la toma de conciencia y transformación del ciclo
mediante la trascendencia del círculo vicioso de acciones crónicas y el
desarrollo de la espiral virtuosa de acciones sanadoras.
Dado que cada ala es doble,
toda acción realizada en la faz de un ala (a1) se refleja en su envés (a1’), es
decir, que todo fenómeno visible esconde su par invisible, que todo poder
(yang) tiene su potencia (yin).[16]
Por último, cabe señalar que el
sistema especular del Modelo Mariposa no sólo se aplica al análisis de un
conflicto dado, sino a la propia relación de la persona facilitadora para con
su servicio de facilitación. La profesional o practicante (practitioner) debe trabajar con honestidad, identificando su
cosmovisión, sus asunciones y los posibles prejuicios que influyen su
percepción, así como las energías personales y colectivas que lleva dentro de
sí y condicionan su lectura del conflicto.
MODELO MARIPOSA EN 3 DIMENSIONES
Gráfico 1.9:
Despliegue del ‘Modelo Mariposa’ de las dos a las tres dimensiones.
Este gráfico desarrolla la
representación tridimensional del Modelo Mariposa mediante la incorporación de
un tercer eje al eje vertical del espacio (superior estructural e inferior
intrapersonal) y la línea horizontal del tiempo (del pasado al futuro). Este
tercer eje, perpendicular al espacio y al tiempo y común a ambos, define la
profundidad espacio-temporal entre lo anterior (aquellos fenómenos invisibles
pero registrables en el modelo precedentes en el lugar y el tiempo, el ‘yin’ o
la potencia) y lo posterior (lo sucesivo y sucedido, los sucesos manifiestos y fácilmente
registrables en el modelo, el ‘yang’ o el acto). Según esta lectura, se
establece una paradoja conceptual: si lo anterior es lo que está delante y lo
posterior aquello que queda atrás, es desde atrás desde donde vemos. Así que en
el gráfico, la parte de adelante, a la
luz, sería en realidad lo que está detrás, la consecuencia; mientras que la
parte de atrás, en la penumbra, sería
aquello que está adelante, en primer término, la causa.
El tercer eje
sirve como un sistema de medición de señales. Imaginemos, por ejemplo, que en
un taller afloran señales evidentes y visibles, que podemos concienciar,
conceptualizar o llevar al plano de la realidad consensuada con cierta
facilidad. Pero también tienen lugar señales que no son perceptibles a primera
vista y que, por tanto, no son fácilmente consensuables. En una constelación
sistémica pueden coexistir actitudes plenamente emotivas o sensitivas (sintonizadas)
con actitudes puramente mentales (disociadas), que están en la escena sin estar
del todo, como observando desde dentro, sin participar. Estas actitudes denotan
resistencias, bloqueos, acaso represiones, realidades en todo caso que no
podemos conceptualizar (salvo con el beneplácito de la persona aludida) pero
que intuimos están presentes: el campo de las señales invisibles que tienen
lugar en un sistema, su cara oculta.
Como hemos
visto en el sistema de espejos, todo anverso tiene su reverso, todo acto su
potencia, tanto causal como consecuencial; es más, toda acción («+a») asignable
a una determinada ala (estructural o intrapersonal, pasado o futuro) puede
replicarse («+a’») en cualquiera de las otras tres alas, o en todas a la vez.
Incluso la propia inacción («–a», en sí un hecho, por ejemplo, la falta de
sintonía, la dificultad de eclosión de lo mental a lo emocional en una
constelación) es identificable en el espacio mórfico o morfogenético del modelo
con su correspondiente reflejo («–a’»), sus potenciales causas o consecuencias.
Para concluir,
observamos que en el diagrama de tres dimensiones y tres ejes el ala
interpersonal no sólo está en la parte inferior o en el abajo de la estructura, sino que está también en la parte anterior
o en el atrás visual (no conceptual)
de esta esfera virtual, en la noche originaria del día de la creación.
[1] Versión en castellano: Construyendo
la Paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas, Bilbao, Bakeaz /
Gernika Gogoratuz, 1997).
[2] Publicado en A
Leadership Journal: Women in Leadership - Sharing the Vision, Volumen 1,
julio 1996 (p.14).
[3] «Puertas del no-saber / Gates of Not-Knowing»: concepto
incorporado por Iñigo Retolaza.
[4] El ‘Modelo
Mariposa’ puede también activarse con otros paradigmas, adaptándose así a
diferentes cosmovisiones y áreas de conocimiento. Para esta sistematización
recurrimos al Process Work o la
psicología orientada a procesos, paradigma psicoterapéutico y metodología
práctica co-creada por Arnold Mindell.
[5] Puede servirnos
como ejemplo ilustrativo el Sofá en forma
de los labios de Mae West,
creado por Salvador Dalí.
[6]
Cfr. Siver, Stanford (2005): A Brief
Introduction to Process Work Theory.
[7] Noción aportada por Iñigo Retolaza.
[8] Cfr. Carrascosa, Alex (2010): Dia-Tekhnē · Diálogo a través del Arte, Bilbao, Bakeaz / Gernika
Gogoratuz, pp. 154-158
[9] Lovelock, James (1988): The Ages of Gaia: A Biography of our Living Earth, Oxford, Oxford
University Press.
[10] «Metamodelo»: Concepto aportado por Iñigo
Retolaza para designar un modelo complejo, resultante de la juntura e
intersección (junction) de diferentes
modelos.
[11] Comprender significa dos cosas, entender y abarcar: abarcar tanto con la mirada como con las manos;
comprensión como aprehensión, aprendizaje como aprehensión y entendimiento como
comprensión.
[12] En euskara o lengua vasca, 4 se dice lau, palabra que significa también «plano,
llano, lisa», mientras que 8 se dice zortzi,
vocablo que guarda relación con ortzi,
cuyo significado es «cielo, firmamento». […]
[13] En su libro On
Revolution, Hannah Arendt traslada la noción copernicana de revolución a
los cambios políticos. Esta interpretación merece ser desarrollada aparte.
[14] Utilizamos la palabra «revolucionario» como
sinónimo de «terrorista», según la noción de Arnold Mindell. Para Mindell el
rol «terrorista» no es negativo, simplemente «surge en todas las personas
cuando se sienten no escuchadas o incapaces de protegerse de las situaciones
opresivas a cargo de personas o grupos demasiado poderosos como para luchar
contra ellos “limpiamente”» (Mindell, Arnold (2004): Sentados en el fuego. Cómo transformar grandes grupos mediante el
conflicto y la adversidad, Barcelona, Icaria, p. 109; título original: Sitting In The Fire. Large Group Transformation Using Conflict and
Diversity, Portland, Lao Tse Press, [1995]). Sin embargo, en un lugar como el País Vasco, es muy
difícil que la denominación «terrorista», debido a sus hondas implicaciones
sociopolíticas y a su sobrecarga mediática, pueda traspasar el filtro cultural
e interpretarse como una categoría neutra, esto es, libre de juicio ‘negativo’
o ‘positivo’ o potencialmente consignable a cualquiera de ambos.
[15] Cfr. Castoriadis.
[16] Explicamos esta doble noción de lo
«visible-invisible», «manifiesto-oculto» en el siguiente y último gráfico de
esta serie.